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El cierre de Philip Morris por estos días en Colombia deja a cientos de empleados sin trabajo, pero además como efecto colateral coloca en peligro a 1.500 tabacaleros en Santander los cuales vendían su producción a esta multinacional. Esto en una industria centenaria que forjo cientos de generaciones, y si bien existirán muchos defensores que se alegran de la situación debido a los costos en salud pública que genera el tabaco lo cual es cierto, el debate se centra en el deterioro las fuentes laborales y la industria colombiana.
Lo anterior tiene dos lecturas y lecciones para la economía colombiana, una es el peligro de dejar florecer los monopolios u oligopolios, es decir la concentración de una actividad económica en una o dos manos adsorbiendo a los medianos y pequeños productores, como en este caso la tabacalera Philip Morris, cuestión que en Estados Unidos es castigado severamente, pero es común en casi todos los sectores económicos de Colombia.
Y la segunda es la falta de una verdadera política de estado que fomente el empleo, la asociatividad y la protección de la industria nacional, lo cual muestra el fracaso de las políticas nacionales y regionales en estos ámbitos. Esto en un país donde han sido los pequeños y medianos emprendimientos, sumado al empuje de sus habitantes, quienes han hecho generar por varios años un circuito económico medianamente aceptable con altas y bajas, en medio de cientos de TLC que deterioran sus capacidades productivas.
Este campanazo de alerta deberíamos hacernos entender que, si no protegemos lo nuestro, donde el estado no asuma un rol preponderante difícilmente existirá generación de empleo y un fortalecimiento de las capacidades productivas, en esta misma sintonía nosotros como consumidores ayudamos en cierta medida cuando no apoyamos la industria local, en especial a los pequeños y medianos productores, los cuales requieren del acompañamiento permanente del estado.
Lo de Philip Morris y los tabacaleros solo es uno de tantos casos que se seguirán dando en Colombia con las consecuencias que ya sabemos, donde cada vez importa menos el derecho al trabajo digno como integrador de nuestra sociedad, y donde la producción local es vista como “ineficiente”. Cambiar esto deber ser una premisa, ya que le economía no se hizo solo para enriquecer y destruir a unos pocos, sino para mejorar la vida de todos y todas en una sociedad que sigue hablando de números, sin tener en cuenta que somos seres vivos. Si creen que esto es de “comunistas” solo falta ver que lo está pasando en Estados Unidos.
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