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Las cifras económicas en Colombia siguen mostrando los efectos colaterales del covid-19, aparte de los causados en la salud pública del país, ya que según el Dane en los cuatro meses corridos del año el PIB cayó un 4,3%, esto corresponde a una variación anual a abril de su economía con una caída del 20,1%; en marzo la economía habría caído 14,4%. Es decir, la temida recesión económica se asentó con las consecuencias que ya todos sabemos.
Está caída económica es algo sin precedentes en toda la historia de Colombia y de sus ciudades, y viene impactando fuertemente a los sectores vulnerables y a las clases medias del país, en las cuales ha comenzado a surgir la llamada pobreza oculta. Lo anterior se agrava, aún más, con las medidas que se están estableciendo dentro del actual modelo neoliberal, el cual a pesar de la actual crisis sigue insistiendo en la desregulación de los mercados, la dirección de recursos hacia los sectores concentrados, por ejemplo, los bancos, así como la nefasta visión que propende por manejar el sector público como el privado.
Además, Colombia al no contar con un estado de Bienestar, el cual en momentos como estos son los que mejor están manejando la tragedia, debe saber que la crisis ira empeorando con el pasar de los meses, y ante ello y la poca acción del estado nacional, corresponde a los gobiernos locales y a nosotros como ciudadanos tomar un rol activo y acciones que mitiguen los efectos. Una medida importante es apelando a la conciencia y la unión por el bien común, generando desde nuestros propios entornos las llamadas trincheras sociales y económicas, las cuales deben estar basadas en la formación de redes de solidaridad y ayuda mutua con nuestras familias, vecinos, barrios, comunas, entre otros.
Estás trincheras económicas y sociales deben convertirse en verdaderos ecosistemas circulares, los cuales aparte de permitir por medio de las redes de solidaridad y ayuda mutua que ningún colombiano soporte las inclemencias del hambre, también impulsar los territorios saludables y la generación de una nueva economía social y solidaria reactivada desde lo local, lo cual incidirá realmente en el amortiguamiento de los impactos causados por cuenta de la crisis económica, el desempleo, y por ende la angustia generada en millones de colombianas y colombianos.
Lo anterior solo será posible si se establece una fuerte organización local y territorial, la cual se volqué a unir los sectores que pueden impulsar estos procesos dentro de las trincheras sociales y económicas. Algunos de ellos son los agricultores familiares ubicados en el periurbano de la ciudad, los cuales pueden proveer los alimentos directamente al consumidor, así como los tenderos, zapateros, las cooperativas y asociaciones, etc.; y todos los sectores de la manufactura, las pequeñas y medianas empresas locales, junto con la participación activa de los sectores sociales y comunitarios. Si se da énfasis en la construcción y el fortalecimiento de circuitos locales y circulares de producción y consumo, el fortalecimiento del mercado interno y la marca ciudad, es decir lo local y el impulso real a la asociatividad, tendríamos realmente alternativas para cambiar este terrible panorama.
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