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Ha comenzado una nueva etapa en este 2020 para Bucaramanga, la cual requiere del aporte de todas y todos para la solución de las diferentes problemáticas que atraviesa la ciudad y su área metropolitana, y no solo a corto tiempo, sino además a mediano y largo plazo. Cuestiones como la lucha por el páramo de Santurbán y la cruzada contra la corrupción son ejes importantes que deben estar en todas las acciones; pero también se necesita abordar otros temas de carácter urgente que no dan espera y ponen en vilo el desarrollo territorial.
Al respecto, se evidencian hechos que permiten comenzar a pensar que podemos seguir proyectando la ciudad de Bucaramanga, un ejemplo de ello ha sido el interesante acercamiento de la red de universidades con el actual alcalde para abordar determinados temas, así mismo, la disposición del nuevo Concejo de Bucaramanga para trabajar mancomunadamente, los cuales saben que tendrán los ojos vigilantes de la mayoría de los ciudadanos si no quieren perecer políticamente como sus antecesores. Faltaría concretar estas buenas intenciones y el buen ambiente con un llamado a todos los sectores sociales, económicos y políticos que refuercen lo hecho, y den luces a seguir en una co-construccion social, política y económica en la medida que sea posible, siendo tiempos de tener un dialogo franco y sincero que permita la búsqueda de una mejor calidad de vida para todas y todos.
Son múltiples las urgencias, sin embargo, algo apremiante será propiciar la sostenibilidad socioeconómica de la ciudad de Bucaramanga para que realmente beneficie a sus habitantes, esto en momentos donde a pesar del crecimiento económico nacional por encima del 3%, el desempleo creció en la ciudad llegando a un 9.8% según el DANE; aunado con una inflación que tiende a aumentar encareciendo el costo de vida, y un ahogamiento de las pequeñas y medianas empresas que sostienen la economía local, las cuales siguen viéndose afectadas por las importaciones indiscriminadas e ilegales, así como también, por la fuerte competencia de las grandes cadenas que peligrosamente acaparan el mercado, como el caso, por ejemplo, de las famosas tiendas barriales que se ven seriamente afectadas con el surgimiento de los supermercados D1, Justo y Bueno, entre otros; en detrimento de la economía local.
Estos factores generan una cadena de inestabilidad social en la ciudad de Bucaramanga que deben ser atendidos con urgencia, requiriéndose de un rol preponderante del estado, el cual va desde dejar de ver la economía popular (mal llamada economía informal) como un obstáculo, integrándola junto con el sector público y privado, hasta generar una política social y económica en defensa de los pequeños y medianos empresarios, la estimulación del emprendimiento personal, colectivo y solidario con un acompañamiento real en todas su fases que mitigue los riesgos, hasta articular todo el sector periurbano de la ciudad, y también de la provincia de Soto, para que se generen circuitos virtuosos que aporten a la soberanía alimentaria mediante la producción de alimentos agroecológicos generando empleo y producción, el aprovechamiento de la cadenas de residuos sólidos y orgánicos que estimularía fuertemente la economía local y aportaría a la solución de problema medioambiental con el carrasco; entre otras varias medidas.
Para ello será clave la generación de políticas públicas enfocadas a proteger la economía de la ciudad, generando circuitos socioeconómicos que beneficien el emprendimiento, el empleo, la pequeña y mediana industria, las pymes, la economía popular, etc.; además de la necesidad de generar redes integrales que propicien la trasferencia de conocimiento en todos los procesos, hasta el apoyo decidido a nuevas iniciativas surgidas en todos los rincones, y no solo en lugares específicos. Esto solo se podrá lograr con una sinergia entre todos los sectores de Bucaramanga lo cual debe liderar el actual alcalde convocando a la Gobernación de Santander, Concejo, Cámara de Comercio, empresarios, sindicatos, universidades, sectores sociales, solidarios y populares, y sobre todo con las comunidades de los territorios y los barrios. Los retos están servidos, sin embargo, con buenos ojos se ven nuevos tiempos de diálogo y entendimiento.
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