Columna de la semana

La especulación de precios como resultado al abandono del campo colombiano

Por: Pedro Ángel Quintero Tirado
Correo: Pangelquinteroab@gmail.com
 
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El aumento sostenido de los precios de alimentos y productos básicos en plena pandemia del Covid -19, revela las deficiencias que se tienen al seguir creyendo que el mercado es el único asignador de recursos, y que en el existe, como alguna vez lo dijo Adam Smith, una mano invisible que hace encontrar un equilibrio. Nada más herrado y alejado de la realidad, en especial para los encargados de la política económica y agraria del país, quienes no han sido capaces de reconocer el problema estructural que tiene el campo colombiano por su abandono, en especial con los campesinos que realizan procesos de agricultura familiar.

El hecho de haber obviado esto, ha puesto actualmente en riesgo la soberanía alimentaria de Colombia ante esta crisis, con precios por las nubes por parte de las cadenas comercializadoras bajo cualquier tipo de excusa: transporte, incertidumbre, clima, etc. Lo cual solo enriquece a una parte del proceso productivo, pero a la vez empobrece, aún más, a productores quienes vienen denunciando como sus cosechas siguen siendo pagadas a cualquier precio, y por otra parte, a los consumidores, quienes también denuncian incrementos y especulación afectando su capacidad de compra.

Ante esta situación, no es mucho lo que se pueda hacer sin un control social y activo por parte del estado y la ciudadanía; pero a la vez, sin dejar de seguir obviando las necesidades del campo colombiano, en especial los campesinos, quienes deben ser sujetos de derechos. Esto significa que requieren de atención prioritaria e integral en temas como vías terciaras y secundarias dignas, salud, educación, apoyo técnico y comercialización de sus productos que garantice el llamado precio justo, tanto para productores como consumidores, lo cual solo será posible si se e adoptan cadenas de comercialización solidarias y directas.

Algunos países han avanzado en esto, ya que organizaciones de campesinos y horticultores, apoyados por universidades, gobiernos locales y nacionales, se han volcado a procesos de agroecología y constitución de nodos de consumo consciente, junto con cadenas de comercialización solidaria, donde se desarrolla el llamado precio justo para el productor, manteniendo un equilibrio con la tierra y garantizado la provisión de alimentos saludables para el consumidor, quienes a la vez también han entrado en esta dinámica al entender la importancia de mantener este circuito que aporta a la soberanía alimentaria.

Esto es fundamental establecerlo en Colombia, Bucaramanga y todos los rincones del país, ya que si algo se ha puesto en evidencia con esta tragedia causada por el coronavirus y el aumento desmedido de los precios de alimentos, es que se requiere romper urgentemente las cadenas de especulación, lo cual no se logrará solamente con controles, sino que además, con darle un papel preponderante al campo colombiano y sus campesinos, quienes actualmente siguen conviviendo con la precariedad de sus vidas, el abandono estatal y la explotación de su trabajo. Es hora de mirar al campo colombiano, no hacerlo nos seguirá saliendo caro, demasiado caro.

 

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