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El fin de semana pasado en la ciudad de Bucaramanga ocurrieron cerca de 1100 riñas y más de 4 muertos según cifras de la Policía Nacional, estamos hablando de una de pequeña ciudad que es la quinta en el país y la cual tiene uno de los mayores indicadores de policías por persona, con la gravedad que el problema aumenta ostentosamente si contamos todo el territorio colombiano, lo que denota que estamos yendo hacia un “sálvese quien pueda”, con una sociedad violenta y excluyente. Complementando lo anterior, si miramos las cifras de hacinamiento carcelario, estas sobrepasan el 80% queriéndonos decir que las cárceles ya no aguantan más presos, y que solucionar este problema según el Ministerio de Justicia costaría más de 12 billones de pesos, lo cual es una locura para un país que requiere con urgencia más inversión social, empleo, educación, entre otras necesidades. Y más transcendental aun de estas nefastas cifras, es la cantidad de líderes sociales asesinados en tan solo este año, los cuales van en más de 700 personas según Indepaz, personas que en su gran mayoría trabajaban por la justicia social y la paz en sus territorios. Denotando un exterminio e irrespeto a la vida de cientos de personas, que su único sueño era tener un país mejor para todas y todos. Estas horrorosas cifras deberían llamar a la reflexión a todos los colombianos acerca de que sociedad estamos construyendo, y como podemos superar esta “etapa de cavernas” en que aun vivimos, donde el problema no pasa solo por los llamados “valores” como lo hacen ver algunos oportunistas, sin cuestionar el modelo de sociedad, de economía, de educación, entre otros; lo cual conlleva a un fracaso general. Replantear que Colombia queremos es imperante por estos tiempos electorales, pero también lo es para cada uno de nosotros hacer una reflexión acerca de que aportes estamos haciendo y permitiendo, no podemos acostumbrarnos a convivir en medio de la violencia y la muerte. Exigir a los gobiernos nacionales, departamentales y locales medidas efectivas es urgente, pero además, también requiere del activismo de cada habitante en rechazar este tipo de sociedad, entendiendo que somos seres colectivos y no aislados que dependemos unos de los otros. OTRAS COLUMNAS |
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