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Acaba de terminar la primera etapa de las elecciones presidenciales en Argentina, llamadas ballotage, donde el Peronismo en cabeza de Alberto Fernández ha arrasado contundentemente con casi el 50% de los votos, perfilándose por ello, para ser electo precisamente el 27 de octubre como nuevo presidente, de mantenerse la tendencia. Sin embargo, esto no hubiese sido posible sin el armado de un arco amplio, muy amplio, de organizaciones sociales, políticas y ciudadanas, y sobre todo con base en el proyecto nacional y su identidad clara en los tres ejes de esta doctrina, los cuales son: justicia social, independencia económica y soberanía política.
Los que no tienen mucha idea sobre lo que pasa por el sur se aventuran a decir van camino a ser Venezuela, pero lo que no saben es que hoy Mauricio Macri ha llevado a ese país a tener el peor riesgo financiero, y la mayor inflación solo después del nefasto Nicolás Maduro, en algo se tenían que parecer. Además, con el agravante que tendrán ese gobierno hasta final del año 2019, soportando su ineficiencia y el saqueo del país por parte de los más grupos económicos concentrados, algo que nos pareciera familiar en Colombia.
Esto deja varias enseñanzas para Colombia y toda Latinoamérica, ya que lograr esta “hazaña”, que ha devuelto algo de la esperanza perdida, no fue fácil. Fueron los principales líderes y referentes del variopinto de tendencias en el peronismo, quienes dejaron los egos, las intrigas y cuestiones personales para dirimir diferencias del pasado y trabajar realmente por un nuevo país. Esto quiere decir que se construyó un proceso de unidad amplio bajo una identidad, y con unas estructuras consolidadas en las ciudadanías, las organizaciones sociales de base, los movimientos sociales y populares, incluyendo la tan despotricada clase media, entre otros; logrando los resultados que ya sabemos.
Esta lección la deberían apuntar y aprender valiosos líderes nacionales en Colombia como Claudia López, Fajardo, Petro, De la Calle, entre otros; quienes hoy caen en shows lamentables sin entender que es más lo que los une, que lo que los separa. Ya que no parecen entender que todo proyecto tiene tensiones y contradicciones, de no ser así ni el mismo proceso de paz con las Farc hubiese sido posible sin el apoyo de todos, incluso hasta de algunos partidos cuestionados. No se puede lograr ningún proyecto de unidad si no se entiende esto.
Leer a Laclau y entender el concepto de hegemonía es urgente, porque pareciera que a los alternativos les asusta el poder, dando espacio más a sus intrigas y pesares que a la unión en torno a un proyecto político amplio y diverso. El caso no aplica solamente para el país, sino a nivel departamental y municipal, requiriéndose de proyectos amplios que tengan una identidad en contra de una Colombia desigual, corrupta, pobre y violenta; y esto no va a estar exento de tensiones y contradicciones.
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