Columna de la semana

Que nadie pase hambre

Por: Pedro Ángel Quintero Tirado
Correo: Pangelquinteroab@gmail.com
 
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La pandemia del coronavirus sigue su curso convirtiéndose en un suceso que esta conmocionando y cambiando a la historia de la humanidad, y por supuesto la de Colombia también. Al respecto algunos no lo han tomado en serio y están pagando un alto precio en vidas humanas, ciudades como Barranquilla en un solo día colocaron la mitad del total de los muertos en el país. Todo esto comienza a hacer tambalear las estructuras sociales, económicas y políticas vigentes sobre las que asientan nuestras sociedades, además de evidenciar la horrorosa desigualdad que existe y la cual no puede seguir siendo tolerada.

Lo anterior debe llevarnos a replantear cuales son las urgencias de la sociedad colombiana por estos tiempos en medio del miedo y la incertidumbre, lo cual ha generado una constante angustia sobre un futuro no benéfico para todas y todos, y más aún, en un modelo económico establecido sobre la base del individualismo y el mercado desregulado en su máximo punto, donde las tasas de crecimiento y ganancias siguen siendo los únicos puntos de llegada; sin entender que se requiere de un cambio profundo en el modelo actual.

Ante ello, es básica la organización de todos los sectores posibles, hablamos del sector gubernamental, sector privado y el sector popular, este último conformado por trabajadores de la economía popular (mal llamados informales), asociaciones, iglesias, fundaciones, juntas de acción comunal, cooperativas, agricultores familiares, entre otros; los cuales basan su desarrollo y sobrevivencia en estrategias de proximidad y ayuda mutua, y las cuales pueden realmente ayudar a contener mejor los efectos del covid-19 durante estos tiempos, y generar nuevas sociabilidades.

Algunos casos interesantes de organización social están surgiendo en Colombia, por ejemplo, en Bucaramanga se creó el comité de solidaridad establecido en la comuna 12 con una rica variedad de actores sociales donde encontramos: Alcaldía local, Juntas de Acción Comunal, Ediles, iglesias, fundaciones, funcionarios públicos, entre otros. Esto en una de las comunas con mayores ingresos de la ciudad, y el cual inicialmente pretendía dar una mano a otros sectores más desfavorecidos de la ciudad, no obstante, encontrádose con la sorpresa que dentro del territorio ya estaba presente la llamada pobreza oculta que afecta a la llamada clase media. Lo novedoso de este comité es que ha avanzado en una articulación amplia y diversa, logrando integrar a sectores campesinos de la ciudad mediante compras directas hacia ellos, conteniendo el hambre dentro de la misma comuna, y apoyando un comercio justo con nuevas redes y sociabilidades.

Lo anterior no es menor porque se trata de experiencias que incluyen a sectores excluidos, sectores comunitarios y sociales, pero también gubernamentales y privados en la solución de las necesidades básicas. Este tipo de experiencias deben enriquecerse y potenciarse en tiempos de pandemia en cada rincón de Colombia. Además, este tipo de organizacion social también debe comenzar a actuar en la reactivación económica promoviendo el consumo de lo nuestro, y generando redes de solidaridad, de producción y consumo con los pequeños y medianos productores de los respectivos territorios garantizando primeramente que nadie pase hambre, y, que, además los procesos productivos sigan su curso bajo otra perspectiva colectiva y social donde no es solamente la tasa de ganancia o el individualismo la guía de acción. Son tiempos de organización social, trabajo colectivo y mucha empatía, para superar y plantear una sociedad más justa y solidaria.

 

 

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