|
|
La tragedia de Piedecuesta no solo ha causado las terribles pérdidas humanas y ambientales que ya conocemos, sino que además, ahora amenaza seriamente la economía de la región de Santander y todos sus municipios, incluyendo Bucaramanga, en donde al estar incomunicados sus habitantes con el resto de Colombia, han tenido que volver a transitar por las denominadas “trochas”, o más bien caminos de herraduras, los cuales algunos ya creían parte de la historia Departamental.
Recorridos de hasta 11 horas por carreteras destapadas, alimentos perdidos, cargas sin entregar y poblaciones afectadas en todos los sentidos, es el saldo de una tragedia evitable, la cual es resultado de la desidia al no adaptar los territorios al entorno natural, al abandonar el monitoreo y cuidado de los ríos y quebradas, y a la misma corrupción establecida durante décadas que ha carcomido todo, incluyendo las vías, que son las mismas desde hace 70 años, con la diferencia que se han ampliado en un solo carril, pero con el aumento inusitado de peajes. Pero más allá de esto, también es la indolencia de una clase política anidada que solo piensa en sus intereses personales, lo cual nos hace entender que realmente no hemos avanzado nada, y que hemos vuelto a las condiciones del siglo XIX en Santander, es decir, a las épocas del Ingeniero Geo Von Lengerke, el cual paradójicamente sí que logro una proeza para esta región al construir los caminos reales y puentes, los cuales hoy aún existen y siguen siendo utilizados.
Se hace imprescindible por lo tanto, pensar en lo que vendrá a futuro para Santander entendiendo que estas tragedias nos afectan a todas y todos, así como también, cuáles serán las prioridades del Departamento, si por un lado las costosas megaobras que terminan en elefantes blancos, o por el otro, un plan de adaptabilidad de los territorios con la naturaleza dejando a un lado la visión antropocéntrica, así como el el establecimiento de una red de carreteras y vías férreas con modos de transporte sostenibles y modernos, incluyendo la recuperación del tren, que saque del ostracismo al Departamento.
Finalmente, de seguir así las consecuencias serán graves, ya que tanto con el recrudecimiento del cambio climático, como de los fenómenos ambientales, estos vendrán con más muertes y tragedias, más taponamientos de vías y una parálisis de las actividades sociales y económicas del Departamento. Se requiere que por primera vez la parasitaria clase política que representa a nivel nacional a Santander, tanto Senadores como Representantes, dejen de pensar por un momento en sus intereses personales, y entiendan que hay que dejarle algo a la región. Así mismo, ya es hora que las fuerzas vivas y organizaciones sociales, ciudadanas y campesinas se movilicen, siguiendo el ejemplo de los habitantes de Boyacá, sin descartar la presión a través de un paro departamental, el cual obligue al Gobierno Nacional a entender que Santander no puede seguir siendo un territorio de olvido y desidia estatal.
OTRAS COLUMNAS |
|
|
|