Columna de la semana

Un país no país

Por: Pedro Ángel Quintero Tirado
Correo: Pangelquinteroab@gmail.com
 
    Share on Twitter     
 
 

Las tristes masacres que siguen aconteciendo en Colombia, con jóvenes y niños de por medio, ha despertado la indignación de millones de colombianos que rechazan con vehemencia estos demenciales hechos, y más aún, también las voces que intentan justificar estos hechos desde opiniones como el supuesto fracaso del proceso de paz, la falta de militarización de estas zonas abandonas durante décadas por el estado, o la estigmatización hacia estas víctimas tratado de justificar sus asesinatos como una cuestión de delincuentes, tal como lo hicieron algunos periodistas y miembros de la fuerza pública.

Sin embargo, algo claro es el momento neurálgico que vive el país por cuenta de un gobierno nacional que desde un principio se ha opuesto a la paz, pero también de gobiernos pasados que durante décadas, y bajo un nefasto centralismo, han abandonado las regiones creyendo que solo con fuerza pública alcanza, cuando la realidad en estos territorios es la pobreza, el abandono y la corrupción, lo que ha hecho el caldo de cultivo para los conflictos sociales y armados.

Ante esto, lo primero es entender que Colombia es un país de regiones que no puede seguir siendo manejado desde ese centralismo. Hoy, por ejemplo, más de dos millones de personas en Santander pueden quedarse sin agua solo por decisiones desde este mismo "bogocentrismo", a pesar que la región ya dijo no a la explotación de Minesa en el Páramo de Santurbán. Y así continuaremos con claros ejemplos en todo el país donde la corrupción, el nepotismo y la utilización del estado como instrumento para fines personales es el pan de cada día.

Con esta incapacidad y negligencia estatal mostrada, se requiere avanzar desde la misma sociedad civil, las organizaciones sociales, así como los nuevos movimientos políticos, en la construcción de un nuevo modelo de país que permita una verdadera organización desde sus mismos territorios sin que el centralismo sea la norma, y donde el respeto a la vida sea el principal eje sobre cualquier consideración, algo que suena utópico, pero que hay que considerarlo en serio, ya que somos nosotros mismos, los que estamos en los territorios, quienes estamos sufriendo las consecuencias de conflictos ajenos con intereses personales.

Mientras estos desafortunados y lamentables hechos ocurren, debemos seguir manifestando el rechazo contundente a la actual política de la muerte, y a este centralismo como cómplice. El país requiere de grandes reformas sociales que estén presentes realmente en cada rincón del territorio colombiano, y lo cual hasta el momento no se ha visto. Así mismo, el mandamiento ciudadano que lidero el profesor Antanas Mockus sobre “la vida es sagrada”, tiene que ser el principal eje que guíe cualquier acción. Hoy estamos siendo un país que no es ningún país, estamos de luto.

 

 

OTRAS COLUMNAS