Columna de la semana

¿Ciudades para la vida o para la muerte?

Por: Pedro Ángel Quintero Tirado
Correo: Pangelquinteroab@gmail.com
 
                
 

Las emergencias ambientales registradas en Medellín, Bogotá y ahora en Bucaramanga, deberían llamar la atención de la sociedad en general al estar en riesgo la reproducción de la vida, mostrando que todos los territorios están en peligro debido al proceso desarrollista del hombre el cual aún cree que es el centro del mundo, es decir una visión antropocentrista, cuando somos parte de un ecosistema natural, social y económico que está siendo alterado, conllevando a esta catástrofe.

Este trabajo no les compete solo a los ambientalistas, ya que los costos sociales, económicos y de salud pública no dan espera, y es que según los informes del IDEAM los niveles indicativos de micro partículas contaminantes (PM10 y PM2.5) en el aire que respiramos, y que son altamente peligrosos, están cada vez más por encima de la norma permitida por la Organización Mundial de la Salud (OMS); y ni que hablar de los indicadores de muertes prematuras, neumonías y enfermedades respiratorias, donde las estadísticas están a la vista.

En este sentido las principales fuentes de contaminación siguen siendo los vehículos e industrias chimeneas, vendidos como progreso dentro de la concepción desarrollista de nuestras metrópolis, sin que exista una solución integral y real para esto dado el evidente fracaso por parte de los expertos en temas de movilidad y transporte público, así como la falta de controles adecuados de las autoridades competentes en los procesos de producción dentro de las ciudades y sus alrededores.

Ante este nefasto panorama se requieren decisiones urgentes, una de ellas está en pensar las ciudades dentro del llamado postdesarrollismo, donde existen propuestas que van en la línea de ver nuestros territorios como ecosistemas donde el ser humano solo es parte de este. Desde esta visión podríamos enfrentar estos problemas estructurales, uno de ellos, la urgente implementación de sistemas multimodales de movilidad, los cuales proponen sistemas eléctricos de metro, buses, teleféricos, bicicletas y peatonalización de vías; y un cambio en la matriz cultural en cuanto al consumo responsable, tanto de fuentes de transporte como de productos que estén acordes con un equilibrio natural, y que sean lo menor contaminante posible.

Los anterior podría parecer descabellado a corto plazo, sin embargo a largo plazo no es nada en términos económicos, sociales y políticos comparado con no hacerlo. Estamos ante el reto de ver soluciones diferentes a las recetas establecidas, estando en juego la vida de todas y todos, y donde el estado debe tener un rol preponderante en evitar una tragedia que ya ha llegado a ciudades pequeñas como Bucaramanga, donde jamás se imaginó vivir esta situación.

 

 

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