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El historiador Michael Denning señalo el drama de la desocupación, afirmando que en el sistema actual que la única cosa peor que estar explotado es no estar explotado, ya que desde los comienzos de esta nueva etapa donde se impuso este tipo de trabajo como hegemónico, la vida sin salario ha sido una calamidad para aquellos desposeídos de tierra, de herramientas y de medios de subsistencia.
No es menor este flagelo cuando el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) ha publicado la tasa de desempleo en el mes de enero del 2019, el cual estuvo en un 12,8%, mostrando un incremento respecto al mismo mes del año pasado cuando se ubicó en 11,8 %. Esto significa que, al comenzar el año, 298.000 personas más se encontraban en desempleo subiendo la cifra a 3,1 millones de personas en esta circunstancia.
Sumado a este gran problema está la persecución actual de la economía popular, que es la base del sustento de más del 50% de colombianos excluidos del mercado laboral y que despectivamente los expertos llaman informalidad, la cual ha visto una cacería sin precedentes bajo el nuevo código de policía, siendo constante la zozobra por parte los trabajadores de estén sector al entender que se encuentran en una supuesta situación de “ilegalidad”, dada esta nefasta e ilegal normativa.
Lo anterior muestra varias cosas: el camino al fracaso del manejo económico por parte de los llamados “expertos”, quienes siguen creyendo en el efecto derrame al pensar que con el crecimiento de la economía va a crecer el empleo y demás indicadores, nada más falso que esto; por otra parte la falta de ideas y creatividad en estimular la economías populares y locales por medio de la asociatividad, un ejemplo de ello podría ser el estímulo de la Economía Social y Solidaria, sin embargo lo anterior no es posible si el estado no asume un rol preponderante en su impulso.
Y si bien el problema del desempleo es estructural en el sistema que nos encontramos, los gobiernos nacionales, departamentales y municipales deben intervenir en el manejo económico. El estado no puede seguir siendo visto como una empresa donde solo se debe tener conseguir el equilibrio económico basado en los ingresos y gastos, ya que también existe un equilibrio social de miles de colombianos que claman por un mínimo de acceso a una fuente de ingresos que les permita la subsistencia básica.
Mientras tanto el drama del desempleo seguirá siendo para muchos de nosotros una pesadilla, llena de incertidumbre y desesperanza en un país que solo habla de eficiencia, eficacia, productividad y demás, olvidándose que somos seres humanos que merecemos vivir dignamente, y que parte de esto está en el derecho al trabajo.
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