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Ha finalizado una semana mayor para las religiones cristianas en América Latina, especialmente en Colombia donde aún es mayoría el catolicismo sobre gran parte de esta, y por ello es necesario una reflexión de parte de los feligreses sobre el devenir de la humanidad; en este sentido se debe analizar el planteamiento que insistentemente viene manifestando el papa Francisco en favor de los más necesitados al afirmar que se requiere de: tierra, techo y trabajo para todos, pero no desde una perspectiva meramente asistencialista, sino emancipadora que rompa con los paradigmas de la pobreza.
Antes de abordar esto me referiré a mi estancia en Argentina donde entendí que el papa Francisco a mi parecer es “Peronista”, una corriente política e ideológica en este país que promueve la inclusión y el derecho al trabajo de todas y todos, no por menos en los mejores años peronistas los trabajadores tuvieron una participación de más del 50% en el PIB. Donde además Francisco ha venido apoyando movimientos sociales que reivindican el derecho al trabajo, los cuales van desde miembros de la economía popular, recicladores, agricultores, cooperativistas, entre otros.
Estos planteamientos del Papa podrían ser en Colombia actualmente un llamado al “socialismo del siglo XX” , o una entrada a ser como “ Venezuela” dirían algunos políticos y medios de comunicación insistentemente en su parafernalia constante; sin embargo Francisco llama a la reflexión y nos habla de recuperar el sentido retomando la Doctrina Social de la Iglesia, la cual el académico Pablo Guerra la analiza como la que ha puesto el papel de los pobres como eje central, desde una perspectiva de solidaridad y de filantropía que remarca constantemente el máximo jerarca de la Iglesia católica.
Por ello la consigna: tierra, techo y trabajo para los pobres y necesitados no es un manifiesto comunista como lo denuncia el Papa, sino es el sentido que debe tener todo cristiano en ver una sociedad que supere el asistencialismo como forma de poder, y emancipe a toda una sociedad en torno a sus derechos. Debería entonces preocuparnos que el 1 % de las fincas de mayor tamaño tienen en su poder el 81 % de la tierra colombiana y el 19 % de tierra restante se reparte entre el 99% de las fincas, o que el desempleo este llegando a dos cifras con un 12,4% el cual tiende a aumentar, y ni qué decir del acceso a vivienda que afecta a más del 31% de los hogares, cifras que son mucho mayores en sitios y lugares vulnerables.
Lo anterior tiene un sentido, y es que si se practica la fe cristiana se arrope la Doctrina Social de la Iglesia y los planteamientos del papa Francisco; quizás esto nos sirva para intentar atenuar la brutal desigualdad social y violencia que sigue habiendo en Colombia, donde por estos tiempos la intervención del estado y el impulso de causas sociales es visto como el camino a una “venezualización”. Ojalá esta semana mayor que paso nos permita reflexionar como sociedad en temas como la empatía y la solidaridad, elementos que escasean en estos tiempos de odio.
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