Por estos días en varias ciudades de Colombia, especialmente en Bogotá y Bucaramanga, se acrecientan los problemas medioambientales de toda índole, uno de ellos el polémico y prioritario tema de las basuras y su respectiva disposición, convirtiéndose en una gran dificultad que ha comenzado a impactar negativamente la vida diaria de todas y todos los ciudadanos, y lo peor, sin un panorama claro que augure soluciones a corto, ni a mediano plazo.
La disposición de basuras es actualmente un gran negocio para unas pocas manos dedicadas a enterrarlas en los famosos “botaderos”, quienes a la vez han impedido mediante el uso de diferentes vías, que van desde lo jurídico hasta prácticas de corrupción con los gobiernos de turno, el uso de métodos alternativos que den un tratamiento diferente a ellas, y que además, eviten el padecimiento de miles de ciudadanos a diario.
Sin embargo, una alternativa real se puede dar a través de la economía social y solidaria, ya que, mediante la conformación de asociaciones y cooperativas, las cuales deben tener un fuerte anclaje territorial y barrial que potencie el papel de estas a través de sus unidades domésticas, pueden intervenir realmente en toda la cadena generadora de residuos con el fin de lograr su reducción y reutilización, actuando en todos los frentes posibles, desde la educación a temprana edad, la enseñanza permanente en la clasificación de basuras, hasta la adecuada recolección y transformación de estas. Y a la vez, generando una apropiación y conciencia social que mejorara la calidad de vida local, creando además, nuevos circuitos socioeconómicos.
Pero esto solo es posible y sostenible si el estado asume un rol preponderante, lo cual incluye el diseño y estructuración de mecanismos de transferencia monetaria, uno de ellos el llamado salario social complementario, para que las organizaciones de la economía social y solidaria que se ocupen de este tema tengan verdaderas herramientas que consoliden un verdadero impacto; esto teniendo en cuenta que al generar mecanismos de doble vía, como la mejora en la salud pública y en el medioambiente, como también en los ingresos económicos de cientos de personas, tendrán un apropiamiento que garantizara a corto y mediano plazo resultados visibles.
Actualmente existen asociaciones de recicladores que han venido haciendo una labor transcendental y deben fortalecerse, pero, también, se requiere avanzar estimulando el surgimiento de más organizaciones sociales y solidarias, acompañándolas con nuevas tecnologías y la participación de profesionales de todas las áreas, lo cual permitirá fortalecer el proceso desde la misma fuente, como es lo deseable. Para ello, será indispensable que los gobiernos locales, regionales y nacionales asuman políticas públicas que beneficien la consolidación y sostenibilidad de estas nuevas unidades.
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