La realidad que se vive actualmente por motivo de la expansión del COVID – 19 en Colombia y el mundo, ha hecho tambalear los cimientos de una sociedad construida sobre lo individual en todas sus esferas. Así mismo, ha puesto en evidencia la necesidad de revalorizar que tipo de valores están asentados sobre la población, como también, el papel real que las instituciones han establecido para encontrarnos como parte de un todo, en especial en momentos de crisis.
Por ejemplo, una institución como el mercado y sus relaciones de producción, distribución, comercialización y consumo, están siendo trastocadas a partir de la pandemia y las expectativas de lo que esta pueda generar, donde la constante devaluación y el temor colectivo está conllevando a cortar los circuitos socioeconómicos causando grandes problemas a corto y mediano plazo, en especial para los que no tienen la posibilidad de una acumulación de capital, es decir, la gran mayoría de la población.
Desde este punto de vista es lógico que la visión neoliberal no tendrá ninguna salida, como tampoco soluciones frente a este tipo de situación, ya que sus recetas solo traerán más dolor y muerte en una sociedad que hasta ahora comienza a dimensionar la importancia de entendernos como un todo, es decir, no como unidades aisladas como nos han intentado hacernos creer, sino como un colectivo en el cual lo que le suceda al otro, puede sucedernos a nosotros mismos.
Por eso mismo, desde esta perspectiva se requiere retomar el eje de la solidaridad y la comprensión como únicos factores para salir de esta crisis generada por la pandemia, donde el quehacer económico y los mercados también deben incorporar valores sociales y éticos, ya que por primera vez la humanidad está anteponiendo el cuidado sobre el dinero, siendo esta la oportunidad para entendernos nuevamente con otro tipo de racionalidad, la cual debe ser la reproducción ampliada de la vida para todas y todos.
Es ahí donde una economía con conciencia y valores, como lo hace la economía social y solidaria, así como un consumo consciente, acompañado de una constante solidaridad y empatía por el otro, serán la base para apaciguar la crisis que estamos viviendo, la cual está colocando a prueba toda la humanidad. Construir una sociedad colectiva y solidaria es más que necesario en estos momentos.
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