La cifra de desempleo en Colombia expuesta por el Dane durante el 2019 cerró con un aumento de 0,8 puntos porcentuales, el cual fue de 10,5% frente al de 9,7% registrada en el 2018; esto debería preocupar y escandalizar, tanto al gobierno central, como a la misma sociedad colombiana, debiéndose cuestionar como crece una economía por encima del 4%, pero al mismo tiempo decrece el empleo. La respuesta puede estar en que peligrosamente se sigue concentrando, aún más, la riqueza en unas pocas manos, proliferando la formación de oligopolios y el aumento de la precarización laboral, concluyendo que el crecimiento económico no es igual a desarrollo y bienestar social.
Lo que más preocupa de lo anteriormente descrito, es que este panorama no va a cambiar mucho de no dar un giro total, ya que los analistas pronostican para el 2020 una contracción económica de carácter mundial debido a diferentes cuestiones, entre ellos los está el pánico mundial por el llamado Coronavirus que terminará de afectar el problema comercial de China y Estados Unidos, perjudicando a Colombia por ser una economía demasiado abierta al comercio mundial, en detrimento de las economías regionales y locales.
Cambiar este terrible panorama es urgente ante el fracaso de la política nacional en materia de generación de empleo, y un poderoso elemento de política pública y construcción social esta en que el estado nacional, y los gobiernos regionales y locales, estimulen la economía popular, social y solidaria como verdaderas alternativas de generación de empleo, mediante su promoción, acompañamiento e inserción real en sus territorios. Las ventajas son múltiples y con beneficios a corto, mediano y largo plazo.
Sin embargo, se requiere urgente una nueva legislación para ello, por ejemplo, en el sector solidario se debe reformular y actualizar la normatividad vigente con el fin de que se estimulen y se desarrollen más cooperativas, y donde además se impida, mediante la generación de nuevos mecanismos, su aprovechamiento para realizar la tercerización laboral. En este sentido, un valiente papel han realizado las agremiaciones cooperativas en Colombia, como es el caso de Confecoop, Ascoop, entre otras; con el fin de potenciar este sector y generar nuevos retos.
Queda claro con estas terribles cifras en materia de desempleo, la urgencia de acelerar acciones que contengan desde el sector popular, social y cooperativo este flagelo; un ejemplo de ello a nivel sudamericano ha sido el programa “Argentina trabaja” de dicho país, el cual permitió el crecimiento exponencial del sector cooperativo, que próximamente no estará en la órbita solo de la contención social, sino además de la producción nacional, ya que han entendido, de a poco, que desde el tercer sector se puede apostarle a la generación real de producción y empleo.
Cambiar los paradigmas presentes es más que necesario, ya que se sigue incubando en Colombia una peligrosa desigualdad social que ya sabemos, desafortunadamente por nuestra experiencia de conflicto armado, en que derivara. Es urgente que el gobierno nacional, como los gobiernos regionales y locales impulsen este sector en sus territorios, como son las cooperativas, asociaciones, mutuales, entre otros; teniendo en cuenta que las entidades solidarias no están basadas solamente en la generación de la tasa de ganancia, sino en el bienestar social a través de la generación de empleo, crecimiento social y económico; además, fortalecen la proximidad en los territorios en que se asientan generando fuertes lazos sociales.
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