Columna Social y Solidaria de la semana

La importancia del trueque y las monedas sociales en tiempos de pandemia

 

Por: Pedro Ángel Quintero Tirado
Correo: Pangelquinteroab@gmail.com
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Las economías locales en Colombia están al borde del colapso, especialmente en las ciudades, donde los estragos por cuenta del coronavirus está conllevando a la desesperación de miles de familias, las cuales no ven respuestas claras y serias de un gobierno nacional que ha estado desconectado de la realidad que actualmente viven, y a pesar del clamor nacional para el establecimiento de una renta básica por parte de miles de voces en el país, incluyendo el congreso nacional, ha preferido tener oídos sordos.

Ante esto las ciudades mismas han tenido que recurrir a diversas maniobras para contener el hambre, así mismo, han surgido cientos de organizaciones sociales y manos solidarias que han desplegado mecanismos de contención social, los cuales realmente no alcanzan ante la magnitud de esta tragedia. Esto ha impulsado a que miles de familias entren en la dicotomía de tener que salir a buscar el sustento, justamente en una época donde los contagios y muertes se han disparado, trayendo en sus vidas una angustia y miedo permanente.

Además, pocos sectores ha podidos seguir su marcha constante de producción, uno de ellos es el sector campesino, quienes, a pesar del abandono y los grandes problemas, no han parado de cultivar y colocar sus alimentos en las ciudades, haciendo posible que estas tengan una seguridad alimentaria. No obstante, a pesar de ello también han sido víctimas de los especuladores, quienes siguen comprando sus productos a precios irrisorios, aprovechándose de las limitaciones en la movilidad, las precarias vías y las restricciones por cuenta de la pandemia, afectándolos aún más.

En contraparte están los sectores productivos ubicados en las mismas ciudades, los cuales siguen teniendo una parálisis que pone en riesgo su sobrevivencia, ya que miles de productores locales, los cuales van desde diversos oficios como zapateros, artesanos, vendedores ambulantes, joyeros, torneros, entre otros; ven con angustia como la crisis social y económica los envuelve. Es decir, el pequeño productor es el más afectado y las consecuencias de esto ya las sabemos, sin embargo, lo más paradójico es que mientras el campo mantiene su producción y puede ayudar a contener la crisis en estos sectores, no se da este paso de integrar real y directamente el campo a la ciudad para contener inicialmente las necesidades alimentarias, una de los más prioritarios y elementales.

La economía social y solidaria puede ayudar a unir el campo y la ciudad, colocado la producción del campesinado en las mesas de cientos de trabajadores e integrantes citadinos, los cuales son pequeños productores y sufren con mayor rigor las consecuencias de la pandemia. Esto se lograría si generamos circuitos cortos de ida vuelta desde el mismo mercado donde se tengan canales directos del productor al consumidor; pero además de esto, se requieren otros mecanismos de intercambio complementario valiosos como el uso del trueque y las monedas sociales complementarias. Estas últimas, desarrolladas en todo el mundo permiten que en medio de la crisis y la falta de dinero circulante, junto con dosis altas de solidaridad y confianza, se potencie la producción y el consumo, y realmente aportara a mermar en cierta parte la terrible angustia y zozobra que viven miles de trabajadores.

 

 

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