Columna Social y Solidaria de la semana

Mingas barriales contra el hambre y por la vida

 

Por: Pedro Ángel Quintero Tirado
Correo: Pangelquinteroab@gmail.com
 
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Algunas instituciones históricas han sido desarrolladas por la humanidad en diferentes etapas históricas, permitiendo el desarrollo de sus vidas basadas en el fortalecimiento de la proximidad, y en el entrelazamiento de fuertes lazos sociales colectivos, los cuales con el tiempo tendieron a invisibilizarse y desaparecer, generando efectos trágicos que irrumpieron los equilibrios armónicos de algunas sociedades.

Unas de estas instituciones milenarias ha sido la famosa minga, la cual a través de un trabajo colectivo y comunitario bajo una perspectiva de fiesta y ayuda mutua, logró ayudar al desarrollo de comunidades enteras, siendo una tradición precolombina de trabajo comunitario o colectivo voluntario con fines de utilidad social, la cual tenía como base la reciprocidad, elemento tan necesario en estos tiempos de pandemia.

Las Mingas actualmente siguen existiendo en Sudamérica y llevadas a cabo por diversas comunidades de pueblos originarios y organizaciones campesinas, sin embargo, no han tenido la importancia tan necesaria en estos tiempos donde elementos como la solidaridad y reciprocidad son muy necesarios, y donde el papel del estado ha quedado en entredicho por su limitada capacidad para contener los efectos sociales y económicos por cuenta del coronavirus.

Las recetas dadas por parte de los tecnócratas como medidas de contención social siguen haciendo agua, esto en un contexto actual donde la incertidumbre y la angustia se asientan con fuerza. Ante ello, tanto las ciudades como el mismo campo, junto con organizaciones sociales, comunitarias, cooperativas, asociaciones, ciudadanía activa, etc.; deben buscar revivir esta institución milenaria como es la minga, la cual puede ayudar en la reproducción de la vida y en el fortalecimiento del tejido local.

Recuperar el tejido social en cada territorio mediante elementos de reciprocidad como los que aporta la Minga, puede realmente generar mecanismos para que las necesidades básicas como la alimentación, salud y vivienda, no falte a ninguna persona pensado de forma colectiva. Así mismo, desde ella será posible la exigencia de derechos y la generación de nuevas sociabilidades, especialmente en las ciudades.

Pensar otra economía es también recuperar desde lo local instituciones tan esenciales para el desarrollo de la vida de todas y todos, las cuales fueron desarrolladas por nuestros antepasados y ayudan a hacer una deconstrucción del individualismo en el que estamos sumergidos, por una nueva sociedad colectiva que piensa en el otro desde la perspectiva humana y social.

 

 

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