El avance de la pandemia en Colombia continúa haciendo estragos en todos los sectores vulnerables, y en la llamada "clase media" del país, desnudando las consecuencias del modelo social y económico de corte neoliberal vigente, junto con su incapacidad de responder ante momentos como estos. En este mismo sentido, ha sido evidente el desespero y la angustia de millones de familias ante la poca y pobre respuesta estatal, así como la falta de organizaciones de base, redes comunitarias y sociales, y procesos de asociatividad en todos los microterritorios, los cuales permitirían accionar y ayudar a la contención de los contagios, y a la mitigación de los efectos socioeconómicos en estos tiempos.
Por otra parte, las medidas aplicadas hasta el momento para una posible “reactivación económica” son solo utopías debido a la magnitud del impacto socioeconómico por cuenta de la pandemia, de la cual hemos venido señalando y reafirmando que sus efectos apenas están comenzando. Esto sin duda, y como lo han señalado varios analistas, aumentara la pobreza, el desempleo, el hambre y todo tipo de indicador social afectando a gran parte de la población colombiana. Ante ello se requieren de medidas radicales, especialmente en temas de salud y economía, que contengan este escenario de crisis, el cual ha colocado en grave riesgo la vida misma de todas y todos.
Un sector clave en estos momentos es la economía popular, social y solidaria si es llevada a los microterritorios con sus particularidades, la cual puede insertarse y tener acción inmediata con resultados esperanzadores, tanto en temas de salud y economía, como en la construcción de nuevas sociabilidades que estén atravesadas por la solidaridad, reciprocidad y la capacidad de resiliencia en concordancia con la naturaleza, y los animales.
Es por ello, que, si logramos superar el paradigma del trabajo asalariado como única forma de organización, y pensamos en nuevas formas desde la autogestión y la organización solidaria como cooperativas, mutuales, asociaciones, redes de emprendimientos, etc.; incorporando a los sectores campesinos pertenecientes a la agricultura familiar con una apuesta a nuevos circuitos de producción limpia y trabajo articulado; se lograra generar verdaderos empleos dignos. Esto tendrá que ir acompañado de entornos facilitadores como mercados sociales, monedas complementarias, bancos de horas, tecnologías como el software libre, transferencia de conocimientos sin patentes, energías renovables, finanzas solidarias, entre otros; que potencien la creación de nuevas organizaciones enfocadas a generar empleo, y desde su misma organización ayuden a contener el avance del coronavirus desde cualquier microterritorio.
La generación de trabajo desde los mismos territorios hoy es más posible que nunca si se apunta a potenciar esta economía popular, social y solidaria con actividades que generen bienestar y sostenibilidad social y económica. Algunas de ellas pueden ir desde el desarrollo de la agroecología, el aprovechamiento de residuos y su transformación, la construcción comunitaria de infraestructura social y de movilidad sostenible como las bicicletas (las cuales pueden ser hechas en estos microterritorios), el uso y la transformación hacia energías renovables en cada casa con la construcción de sistemas de aprovechamiento de aguas y energía solar, la integración con circuitos campesinos y el establecimiento de huertas comunitarias, entre otros; lo cual potenciado con una política pública de trabajo basado en el asociativismo, redundara en nuevos circuitos conteniendo la crisis desde todas sus dimensiones posibles, y con efectos reales.
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