El desarrollo de la pandemia sigue llevando al desastre social y económico a millones de personas en el mundo por cuenta del modelo hegemónico pensado en el crecimiento económico, y no en el desarrollo humano de todas y todos, lo cual ha acelerado la precarización de la vida, el aumento de la pobreza, y la concentración aún mayor de la riqueza en unas cuantas manos, junto con un futuro muy incierto.
Así mismo, las recetas de los equipos económicos en Colombia siguen siendo lo mismo de siempre, beneficiando a los grupos concentrados como los únicos supuestamente capaces de generar empleo y producción, dejando a un lado otras formas igualmente importantes de organización socioeconómica que ya están asentadas en los territorios, y no entendiendo que enfrentamos un momento único en la humanidad que ha desnudado las falencias del sistema en que nos hallamos inmersos, y que pide a gritos otro desarrollo.
No obstante, ante la precariedad que ha dado el sistema vigente, también han surgido las capacidades de organización y trabajo de millones de familias, las cuales al estar excluidas del sector público - estatal y del privado, han desarrollado formas de producir y sostener sus vidas, las cuales tienen características especiales dónde la proximidad, la autogestión y el apoyo en sus unidades familiares, o domésticas, predominan.
Estas unidades familiares se enmarcan dentro de la llamada economía popular engloba actividades de cuidado, reciclaje construcción, agricultura familiar, vendedores de ventas ambulantes, entre otros; en dónde a diferencia de muchos, que ven esto como un sector de baja "productividad", desarrollan un entramado social por medio del trabajo genuino que permite la reproducción de la vida de millones de personas, y a la vez, generan nuevas sociabilidades.
Está economía popular genera trabajo al igual que el sector privado, y tiene el potencial de crecer al no basarse en buscar modelos de rentabilidad, sino en la reproducción de la vida misma. Por ello, si se logra organizarla a través de la economía solidaria, y el apoyo de verdaderas políticas públicas, junto con el reconocimiento de este sector, se tendrá la oportunidad de construir otra economía y contener los efectos sociales y económicos que hoy vivimos. Si algunos en Colombia no lo creen, ya otros países, como Argentina, lo están haciendo. La UTEP (Unión de trabajadoras y trabajadores de la economía popular) es un ejemplo de ello.
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