Columna Social y Solidaria de la semana

Jóvenes construyendo solidaridad para la vida, no para la muerte

 

Por: Pedro Ángel Quintero Tirado
Correo: Pangelquinteroab@gmail.com
 
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La masacre de 5 niños en Cali y 8 jóvenes en Colombia son hechos espeluznantes que tiene perplejo al país, y al mundo entero, siendo inconcebible que la población llamada a ser el presente y el futuro, sea presa de un conflicto armado que no les pertenece. Esto sin duda amerita que, como sociedad, debemos hacer un alto en el camino manifestando el repudio total, donde absolutamente no pueda existir alguna justificación para esta atrocidad, salvo la de hacer justicia.

Así mismo, es evidente ver la incapacidad estatal para hacer frente a las responsabilidades que se tiene con estas poblaciones, y donde muchas de las causas de la violencia en Colombia se dan por razones estructurales, y no coyunturales como algunos quieren hacer ver. Temas de acceso a derechos básicos como la educación universitaria libre y gratuita, salud, empleo y verdaderos programa para las y los jóvenes, son una utopía en un país donde los nini (ni trabajan, ni estudian) crecen de forma alarmante, y más aún, en las zonas periféricas del país.

Ante esto, se requieren reformas profundas de parte del estado colombiano, en especial para las regiones apartadas del “bogocentrismo” que gobierna a Colombia, el cual no entiende las dinámicas de las regiones. Avanzar en estos momentos en verdaderas reformas sociales, económicas y políticas enfocadas a los jóvenes y niños, debe ser lo mínimo en un país que no quiera seguir sufriendo estás masacres.

Complementario a esto, un papel preponderante que ayude a potenciar el papel de los jóvenes y niños como constructores de paz, y no como víctimas de la violencia, lo puede asumir la promoción de la economía social y solidaria en sus territorios, junto con el acompañamiento de las organizaciones que componen este sector en Colombia, y el mundo. Desde la asociatividad de las y los jóvenes, y el desarrollo de nuevas sociabilidades dónde la vida sea el principal eje, acompañado de una verdadera presencia estatal, se logrará una juventud de vida y alegría.

No queda duda que hoy Colombia está de luto, y que todas y todos, sin importar la geografía de Colombia estamos en riesgo, en especial nuestros niños y jóvenes quienes no pertenecen a esta guerra ajena. Esto nos debe conllevar a rechazar las voces que piden más guerra y militarización, por verdaderas reformas sociales que pide el país a gritos y no pueden ser postergadas. Otra economía será posible si entendemos la importancia de rechazar estos actos violentos, y construir y potenciar verdaderos espacios para la vida.

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